jueves, 5 de marzo de 2009

Morir en el cerro

Conversar es la consigna cuando un escritor construye. Proponer un diálogo con el lector es su objetivo.

Para compartir el desarrollo de su proyecto de investigación “Morir en el cerro”, auspiciado por el Fondo Estatal Para la Cultura y las Artes de Sonora, el escritor Carlos Sánchez ofreció una charla dentro de la semana cultural de beneficiarios del FECAS 2009, en Casa de la Cultura de Sonora.

Los temas de la infancia dentro de un barrio marginado, donde la violencia es consecuencia de la tragedia vestida de homicidios y suicidios, la conversación con los personajes que han ido desfilando hacia el dolor de la pérdida de sus seres queridos, fue el tema que el escritor hermosillense expuso en su charla.

Cómo es que la muerte llega de manera vertiginosa en las letras de este escritor: los motivos y sus causas fluyeron en su lectura, sus comentarios.

En su propuesta de diálogo, con el fin de hacer llevadera la tarde con los espectadores, los comentarios dispusieron diversas aristas, planteamientos sobre las imágenes en el contenido de los textos, las fotografías de la violencia cotidiana en un barrio paradójicamente ubicado a escasos metros de la post modernidad.

El barrio se llama Las pilas, y está asentado en torno al Cerro de la campana, exactamente en el centro de Hermosillo. Desde allí, el escritor desarrolla la reconstrucción de esas muertes de manera violenta que le ha tocado observar desde su infancia y hasta este tiempo de su ejercicio de letras.

En la charla-conversación, los asistentes compartieron su punto de vista respecto de las historias, el estilo de su construcción, el tema recurrente de la violencia, la posibilidad de hacer imaginar a los lectores con estos personajes, y la nobleza de mostrar con estos textos otro tipo de vida, otras actitudes, otras costumbres, otros valores.

Dice el autor que al principio fue el proyecto de investigación, después, ante el dolor de las voces que testimonian el deceso de alguno de sus familiares, el proyecto tomó un rumbo distinto, encaminándose hacia la novela, como recurso estilístico que le permite incluir también historias felices, como propuesta para un respiro en los lectores: “porque aquí la presencia de la muerte es vertiginosa, y me gustaría que este libro, como gratitud para quienes leen, pudiera contar también una historia de amor”.

Así la charla. Y el diálogo como bendición para una tarde previa a la primavera.

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