Hoy estuve en la Sala de Arte del Instituto Sonorense de Cultura. Aunque una pareja de conocedores de la imagen y la fotografía teorizaban sobre las buenas o malas fotos, yo me dediqué a contemplar, me acerqué un poquito más para ver las grietas y las pequeñas hojas captadas por Paula Martins; para sentir la nieve gracias a la lente de Elsa Díaz; sentí ese vuelco en el estómago que puede provocarte el impulso de un juego mecánico, por culpa de Esperanza Barrón.
Observé esas toallas y los cascarones de huevo captados por Claudia Platt, seguramente mientras trabajaba en lo que sí puede dar para vivir.
Me gustó la luz de sus imágenes, también las sombras de Potiamkim (creo que así se escribe), también esos trozos que juntos daban una o varias imágenes de lo que supusé un mercado (no recuerdo al autor) y esas hojas movidas por el viento en la obra de Abraham Palafox.
Quiero volver a deleitarme con los detalles, creo que vendrán más. Quizás el Silencio de Héctor Maldonado le de otras pistas a la emoción.
Me da gusto saber de Fotoseptiembre.
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