lunes, 9 de febrero de 2009

abuela

Sobre dos camas juntas, el cuerpo más pequeño de lo que era.
Atrás, dos cilindros con oxígeno.
Enfrente un par de muebles con toallitas húmedas, vasos, garrafones de agua, medicinas, estampitas religiosas.

Los muebles son los mismos que los de mi memoria.
Hay un par de adornos que desconocía, también hay fotos de niños que me dicen, son de la familia.

El patio interior es hermoso, las formas que dan las hojas y ramas son distintas cada vez, pero la esencia ahi está, hasta la figura del abuelo héroe que un día decidió tumbar la gran palmera que le daría material para suslámparas.

Las canas de Catita brillan, sino fuera por ese fregazo en la pierna podría verla regando las plantas. Ahora solo las percibe por el aroma que llega al segundo piso y se cuela por el gran ventanal.

Habla pero no entiendo lo que dice. Come muy bien. Pregunta por María, el señor Jesús y ahora repite mi nombre. Es una niña. Sonreímos.

Después el asilo,
la neumonía,
el hospital.

La historia se sigue escribiendo...

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