viernes, 24 de abril de 2009

Del otro lado

Por Alejandra Olay*

Cuando iba al teatro a ver una función del Desierto, no me ocupé en conocer los detalles de la organización, menos se ocuparon en comentármelos. Seguro por mi condición de reportera cultural, le daría otra magnitud a las dinámicas propias de la logística y seguro seguro, a la poca difusión del evento…

Bien dicen Con la vara que mides serás medido. A 17 años de su existencia (¡sí!, me tocó publicar sobre la creación del evento en el desaparecido periódico El Sonorense), hoy me atrevo a escribir sobre esta muestra internacional de danza contemporánea desde la trinchera oficial, desde el ámbito profesional que me ha llevado a bailar con la más fea: la difusión cultural. Auch. Este tema recurrente en los pasillos, en los medios de comunicación, en los foros, en el café, es un asunto que prefiero abordar en otra ocasión para darle lugar a las grandiosas ideas que todos llevamos dentro y así poder contar en estas líneas sobre la experiencia de atestiguar y ser partícipe de la organización de Un desierto para la danza 17, con producciones la lágrima como grupo anfitrión y un amplio equipo en el Instituto Sonorense de Cultura, a cargo de asuntos de toda índole.

Va un mini recuento: En equipo con la Red Noroeste de Festivales de Danza, a cargo de la Coordinación Nacional de Danza, se realizan los acuerdos para el programa artístico con el sello en Sonora del grupo anfitrión y la responsabilidad logística entre el Instituto Sonorense de Cultura, el grupo y las instancias involucradas; ahí van de por medio los trámites para hospedajes, alimentación, transporte terrestre, honorarios; súmenle a ello cumplir con los requerimientos de los grupos que pueden traer hasta 500 kilos para escenografía. Luego la negociación con los ayuntamientos y sus direcciones de cultura y/o instituciones educativas y culturales para armar la programación de las subsedes con los requerimientos subsecuentes. A la par se solicitan fotografías a los grupos, información sobre sus trayectorias y programas, que una vez recibida te provoca alegría y poco después resignación al saber que luego te enviarán una versión actualizada y luego otra ¡más actualizada! Snif. El asunto del presupuesto ronda todo el tiempo, hay que ajustarse, asumir las limitaciones para pagar publicidad y sortear otras estrategias para informar. Viene la producción de impresos promocionales, antes la planeación de lo que será la imagen, la sesión para fotografías y video; la organización de ruedas de prensa en Hermosillo, Cajeme y la capital del país.

Este año creamos una página web que requirió varias miradas y correcciones; además se hará una kermés de la danza, dos talleres y una charla sobre danza y periodismo cultural todavía con la esperanza de despertar al periodista y al crítico profesional que tanto hacen falta. Pensar en el fanzine ahora Danzine y afrontar el reto de ponerlo en manos de jóvenes especialistas en el campo de la palabra y el arte. Acudir a juntas para resolver pendientes y ver nacer otros que ni imaginabas. Difundir en pleno periodo electoral, otro asunto.

En este Desierto, la adrenalina, el corazón, las desveladas, los dolores de cabeza, las sonrisas, son ingredientes previos a las noches que estamos por disfrutar frente al escenario, frente a grupos que igual resolvieron su propuesta durante largos meses de trabajo, ensayos, trámites administrativos, relaciones públicas. Estos días iré al teatro, sin la encomienda de escribir una nota para el periódico. Aún con la reportera dentro, dueña de una exclusiva que gozo al máximo como parte del equipo de la institución organizadora: Los detalles que hoy me dan otra perspectiva del trabajo de las instituciones, grupos independientes y los medios de comunicación. A danzar se ha dicho.

* Coordinadora de Información Cultural del Instituto Sonorense de Cultura.

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