jueves, 11 de noviembre de 2010

Hoy toca creer que México puede ser distinto




México frente al bicentenario: lo bueno, lo malo, lo pendiente, tituló la periodista a su conferencia magistral, en la que señaló la necesidad de cambios estructurales en todos los órdenes. “Es difícil definir a México en su bicentenario, un país que preserva su pasado pero también lo habita”, dijo al inicio.

Con una prosa ágil, Denisse Dresser describió a México en su bicentenario como “un paraje peleado consigo mismo, de rascacielos y chozas, de autos lujosos y pobreza, un país sublime y desolador”.

Podemos observar logros sin duda, mencionó, “pero al fin y al cabo logros demasiado pequeños ante los retos que enfrentamos como país. La mirada retrospectiva debería de servir para que los mexicanos evaluáramos con mayor honestidad nuestra situación”.

La periodista dijo que “contamos con un pasado demasiado alabado y existe una obsesión por los momentos heroicos de este pasado que impiden observar bien el presente. La reverencia al pasado convierte a los hombres en espectadores”.

Ante el numeroso público que escuchaba con atención a la conferenciante, Dresser señaló que “necesitamos trascender la historia para avanzar; esa historia de los libros de texto. Debemos abandonar actitudes fetichistas”.

Terminante, la periodista aseguró que “la idea del gobierno como receptáculo del interés público es tan ajena como en la época colonial y la vasta mayoría de los mexicanos no pueden influenciar el destino de México, hoy como ayer”.

Recordó que “durante décadas el petróleo funcionó como salvavidas de la economía mexicana, pero recientemente comenzamos a descubrir lo que la bonanza petrolera encubrió. México no puede seguir perdiendo el tiempo ni ignorando su desnudez: la marea bajó y atrapó al país sin traje”.

Es necesario, dijo la periodista, “crear motores dinámicos que lograrían una mejor economía, pues después de 200 años todavía nos hacemos la pregunta perenne: ¿por qué no logramos modernizarnos?”.

Culpó de la falta de modernidad a un sistema político no incluyente, a “las criaturas que el mismo estado ha creado y que son evidencia de una economía y una política disfuncional”.

En su discurso comentó la necesidad de que “el ciudadano tome al país por asalto, hay que sacudirlo, necesitamos ser capaces de imaginar y construir. Queremos una paz nuevecita, que se funde en el derecho y la palabra”.

Denise Dresser fue optimista al observar señales de que México puede cambiar, “con tanta buena gente y tanta buena inteligencia”, señalando al público asistente. “Hoy toca creer que México puede ser distinto. La tarea es enorme y nos involucra a todos”, dijo por último.

Fuente: ISC

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