sábado, 28 de noviembre de 2009

¿Dónde quedó el teatro de los estados?

Alicia Quiñones publica este 28 de noviembre de 2009, en el suplemento Laberinto, de Milenio, la siguiente crítica sobre el quehacer teatral. Les invito a leer su texto y el de otros colaboradores en el link
http://impreso.milenio.com/

La puerta estrecha
¿Dónde quedó el teatro de los estados?

Me da tristeza reconocer que de nueve propuestas escénicas que pude ver a lo largo de tres días en el cierre de la XXX Muestra Nacional de Teatro, sólo tres hayan sido destacables.
Olga Harmony, en una mesa redonda que se realizó sobre los 30 años de la Muestra, comentó que, entre otras cosas, le daba gusto que en este tiempo el evento haya avanzado en las propuestas que se presentan, que han “dejado de ser amateurs”. Valoro la opinión de Harmony, pero también creo que existe un abismo entre dejar de ser amateurs y ser profesionales.
¿En dónde está el verdadero teatro de los estados? La selección de las obras estuvo a cargo de Édgar Chías, Enrique Minjares, Juliana Faesler, Lázaro Fernando y Raquel Araujo, y me cuesta trabajo pensar que estos teatreros con trayectoria no pudieron hacer una rigurosa selección (¿compromisos?). Si solicitar en la convocatoria un DVD donde se muestre la obra no es suficiente, deberían ya tener otra estrategia en puerta, pero no pueden permitirse (la responsabilidad de lo que se presenta es de quien selecciona) ofrecer puestas tan precarias como Iluminaciones, de Querétaro, escrita por Hugo Alfredo Hinojosa (por cierto, ganador del Premio Nacional de Dramaturgia 2009) y dirigida por Alonso Barrera. Un montaje sin pies ni cabeza que trató de articular un “fuerte” discurso sobre la violencia, y lo único que logró fue caer en el lugar común: no era ni danza, ni teatro. Eso sí, tuvieron una buena producción, como el resto de las compañías. Las tres propuestas sobresalientes de los últimos días fueron la de Richard Viqueira, El evangelio según Clark (DF), Noche de reyes o noche de epifanía o como se te antoje, en la que Alberto Lomnitz dirigía al TATUAS (Sinaloa), y el montaje veracruzano de Alejandro Ricaño, Más pequeños que el Guggenheim.
Con todo y que estas propuestas fueron importantes, sería muy pobre pensar que uno de cada tres montajes sea lo que vale la pena de una muestra.
Da más tristeza aún darse cuenta que mucho teatro en México se hace para teatreros. Montajes para que el INBA “nos dé presupuesto”, y que existan críticos en México que escriban para ese supuesto “gremio”. ¿Qué importa eso en verdad? Nada. Al creador un crítico podría o no afectarle su opinión, pero al público quizá sí, porque, probablemente ahí se encuentre un punto de interés. Este asunto de ser tan provincianos en lo que hacemos, en lo que pensamos y en nuestros compromisos, lleva al teatro a una ruina constante, a presentar propuestas alejadas de lo genuino…
La Muestra es un esfuerzo importante para el teatro en México. El presupuesto no fue poca cosa: 5 millones de pesos. Este año se homenajeó a Óscar Liera y se le entregó la Medalla Xavier Villaurrutia a Víctor Sandoval. Son cosas significativas, pero no podemos permitir que el teatro que se exhiba no sea el verdadero teatro de los estados, el bueno. Si la Muestra desea mejorar, debe existir mayor exigencia y menos compromisos.

La puerta estrecha se ha cerrado.



Alicia Quiñones • lapuertaestrecha1@gmail.com

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